En mi
primera entrada os hablaba del cambió de armario debido al fin de una temporada
e inicio de la siguiente, y el caos que conlleva.
Hoy como el
armario ya lo tenemos arreglado, en este caso para el verano, toca relajarse un poco, mirarse al
espejo y ver que tanta falta te haría un buen corte y una buena dosis de tinte
que te tape las ya visibles canas, que la edad no perdona, y por algún sitio se
tienen que hacer de notar los condenados
años.
Pues bien,
yo me fui a la peluquería de una amiga, en estos centros normalmente tienes
como entretenimiento, hablar con tu peluquera, cosa que en este caso yo
practico, o bien coger el Lecturas y ver lo bien que viven muchos personajes
famosos, con yates de lujo… o más bien casas flotantes, mansiones de esas que
yo estoy segura me perdería si entrara, y viajes que para algunos bolsillos
están más que vetados, no digo yo que no las mire ¡Lo hago! Pero veo las fotos
y voy pasando de hoja, me cuesta ver toda la pila de lecturas acumuladas en los
meses que no he ido….no llega a 10min.
El caso fue
que el otro día con el tinte puesto en la cabeza, había escogido un color con
reflejo rojo y estaba en ese momento mirando una revista de cortes de pelo cuando, la mujer que se
acababa de sentar a mi lado se saco del bolso un libro y se dispuso a internarse
en el, por lo que yo me pregunte muy duramente el porqué no se me había
ocurrido a mi tamaña idea cuando llevo el ebook o libro físico que estoy
leyendo en esos momentos a todos lados, menos a este “supongo que es—me
dije—porque me paso el rato hablando con mi amiga, así no me aburro y no me
pega por pensar en la lectura, la verdad, la conversación fluye”.
Cuando me
llevó a lavarme la cabeza y quitarme el potingue que llevaba ya me había perdonado a mí misma, y es que
todo a la vez no se puede hacer, aunque nos gustaría en más de una oportunidad.
Más si no me
hubiera perdonado ya, lo hubiera hecho con el masaje de cabeza que te hacen una
vez finalizado la limpieza del potingue, y que se llama tinte en realidad (lo
digo por si alguna no lo sabe porque no lo haya hecho nunca, digo, lo de
tintarse el pelo, ya nos estamos liando) seguro que quien no lo sepa llegara un
momento que lo sabrá, bueno…pues te masajean el cuero cabelludo y en esos
instantes te relajas tanto que si tienes algún conflicto interior se desvanece,
¡que sí! que te lo digo yo.
Como nueva,
me senté en la silla para ya proceder al corte, y yo lo quería corto, dos dedos
por debajo de la oreja, los dedos acostados, lo digo por si alguien no lo tiene
claro, y por detrás algo más corto, haciendo forma de V, la parte problemática
llego con el flequillo, ¡¡Joder!! Es que me crece muy rápido y no tenía ganas
de al mes estar otra vez allí para que me lo recortaran, así es que le dije que
lo recortara más, enseñándole una foto de mi hermana en la que llevaba un
flequillito que me gustaba, se puso manos a la obra y cuando acabó me dijo “Qué
¿te gusta?” Y yo pensé “Si que me gusta el flequillo de vasca”. La verdad es
que no me pensaba que iba a ser tan cómodo.
Así es que
de allí me salí con un nuevo look, mi flequillo a lo vasco y sabiendo que la
próxima vez, yo por si acaso, me llevaré el libro a la peluquería, que si lo
saco a pasear tampoco pasará na, y el también se alegrará de tomar un poco el
aire.