Ya hace tiempo que me ha dado por pensar en lo impersonal y fría que es la forma en la que nos comunicamos indirectamente, hoy en día.
Y es que desde hace unos años se instalaron las nuevas tecnologías en nuestras vidas, y ahora todo pasa por ellas, se han adueñado de todo, y han hecho que se desprecien modos de comunicación que eran simplemente encantadores.
¿Cuantos años hace que no recibis una carta de un pariente que reside lejos, o una postal desde...Roma, Londres, París...etc donde esta de vacaciones un amigo, padres o hermanos?
Pues si, siglos, por lo menos lo parecen.
Yo solía escribir a una tía mía, hermana de mi padre que reside en Francia, yo le escribía cartas extensas contándole las cosas que iban pasando en el pueblo, ¡Y a mi! Después de mandar la extensa carta esperaba con emoción que me llegara la contestación por su parte, a veces se hacía insoportable la espera, quería saber de ellos, sus amigos, y los amigos que yo había hecho por allí en mis visitas.
Cuando llegaba, me inundaba una alegría indescriptible, enseguida la abría y me sentaba a leerla con una emoción de expectativa que muchas veces no se cumplía, pero bueno, todos no tienen la agilidad de la palabra escrita, y tal vez tampoco sepan que contarte por pensar que no hacen nada de particular.
Al final, aparecen las redes sociales y todo es más ligero, rápido, no hace falta estar dos horas frente a un papel en blanco mirando las musarañas esperando que te llegue la inspiración divina. Que me tienes que decir que fulano o sótano se ha roto la pierna, pues vas al messenger y en un momento dicho "Mari, Fulano se cayo ayer por las escaleras de su casa y se ha roto la pierna, se ha hecho una brecha en la cabeza, no se ha matao de milagro" y tu contestación le llega un minuto después, lo que te ha costado escribirla "Ufff, no me digas, se habrá quedao escocio, el pobre" y poco más, le dabas recuerdos para que ella se los trasmita cuando lo vea y cortas comunicación porque alguna de las dos se tiene que ir a hacer algo.
Todo muy frió e impersonal ¿no?
Recuerdo cuando estuve allí trabajando y el que es mi marido y yo eramos novios...¡¡Madre mía del amor hermoso!! que cartas, por favor, que desesperación, desconcierto, que emotivas cartas llenas de tristeza por la distancia que nos separaba, llenas de pasión, de ganas de estar juntos, besarnos, meternos la lengua hasta la campanilla, y ...bueno, hacer todo lo que hacen los novios, cartas extensas las mías, más reducidas las de el, con muchas declaradas intenciones y proyectos de futuro común.
Hoy si las leo me entra la risa y me digo como pude escribir tanta tontería junta, pero entonces era lo que sentías y estaba bien reflejarlo en el papel que llegaría hasta el.
Como sea, creo que se ha perdido este medio tan especial de estar en contacto unos con otros, lo hemos abandonado, lo hemos ninguneado y despreciado por la rapidez e impersonalidad que dan las redes sociales, y es una pena.
Alguna vez se puede volver a poner de moda, como todo lo antiguo vuelve...se le denomina retro, a ese fenómeno, yo opino que lo bueno es perdurable, pues ya ves, nos acordamos de ello, aunque solo sea un puñado de nostálgicos pasados de moda. jeje
Era tan emocionante esperar al cartero cuando sabias que traía noticias de alguien querido que estaba lejos...ahora al cartero no se le espera con ansias como antes, que triste debe de ser para este colectivo de profesionales que ya no se le espere con alegría, ya que todo lo mejor que te traen hoy en día es la factura de el agua, el gas, la luz, ya no imaginemos lo peor, lo dejamos así, mejor.
Y es que a mi, me gustaría tanto mantener correspondencia con alguna persona con la que pudieses hablar de todo, sin que te hiciese un juicio de valor por decirle que ya tienes ganas de que los chiquillos vayan al colegio porque estas hasta el moño de ellos, poder hablar de libros, de cual es el favorito de cada cual, si le gusto a uno a al otro, esta o aquella novela, hablar de cine, de noticias, de política sin miedo de acabar también con una silla de sombrero, muy del estilo de los ingleses, pero que a mi no me va.
Se puede hablar de tantas cosas en una correspondencia fluida con otra persona....
De plantas, de viajes, de playas, de cafés, de sujetadores y bragas, de libros, de pinturas, de muebles, de cocina, de costura, de calceta, de dolores, de alegrías, de nacimientos, defunciones, de naturaleza, de ciudades, de trabajo, desigualdad, explotación laboral, de perros y gatos, de vecinos, manias, dentistas...y un largo y sin fin de cuestiones sin importancia, pero importantes si se cuenta con el hecho de que se lo cuentas a alguien y ese alguien te puede contar a ti muchas cosas más, y que al contarlo en papel se hace todo más divertido, porque si te gusta escribir lo extenderás pondrás de tu cosecha, o no, si ha sido gracioso, te desahogaras de tus problemas, podrás pedir consejo o dar opinión, consolar, y que te consuelen....
Hay tantas posibilidades que descubrir en la correspondencia por carta...de tu puño y letra, sin trampas ni cartón.
Ojalá, algún día se vuelva a poner de moda.